jueves, junio 22, 2006

Requiem por un cine muerto

Lo primero que me viene a la mente cuando decido escribir lo que estoy escribiendo es que, probablemente, a nadie le va a interesar. ¿Porqué lo hago entonces? Pues, sobre todo, porque necesito expresarme y también porque trata sobre el cine que es de lo que trata en su mayor parte este blog. Bien, vamos a dejarnos de rodeos absurdos y vamos al tema.
Desde hace aproximadamente unos quince años y, como mínimo una vez al mes, tengo un sueño recurrente: voy por la calle y cuando paso junto al Cine Paz (cine que lleva cerrado, casualmente, quince años) veo que, o lo han restaurado y abierto de nuevo, o que una de las carcomidas salidas de atrás está abierta, o que descubro una entrada que nadie había descubierto antes, o que están haciendo obras y me dejan entrar o que... La cuestión es que, invariablemente, consigo entrar en ese viejo y destartalado cine. Cuando me despierto por la mañana tengo una sensación rara pero reconfortante que me acompaña durante todo el día. No siento que sea nada malo pero, por supuesto no es muy normal.
No sabría dar una explicación al hecho de que ese sueño se repita constantemente. Es cierto que era uno de los cines que más cerca quedaban de casa de mis abuelos y que en él vi películas como “Gremlins”, “Aliens, el regreso”, “Dune” y otras muchas que me entretuvieron, asustaron, estimularon mi imaginación y dieron color a mi infancia. Pero bueno, en esa infancia vi cantidad de películas que me gustaron en otros muchos cines y no sueño con ellos de forma enfermiza.
Por casualidad, desde hace tres años, vivo dos calles más allá del cine. Algunos de mis amigos bromearon diciendo que si me había ido a vivir donde vivo era, precisamente, por lo cerca que quedaba el Cine Paz. Pero no, fue casualidad. Creí de hecho que mis sueños se intensificarían por la cercanía del inmueble –que raro suena eso- pero no fue así. Al contrario, desde que nos mudamos, no “disfruté” de mis visitas oníricas durante algunos meses. Aquello empezó a preocuparme incluso más que el hecho de soñar.
Hace un tiempo pintaron de naranja los bloques de hormigón que forman la tapia donde estaba la entrada al cine y los marcaron con el logotipo de una empresa de construcción. Más abajo indicaban que el edificio del Cine Paz iba a ser restaurado para abrir una zona comercial y de oficinas. Me puse triste, verdaderamente triste. Y sé que es absurdo, ¿qué puedo hacer yo? Nada en absoluto. Pero, incluso aunque pudiese hacer algo ¿qué iba a hacer? Aquello debía ocurrir tarde o temprano. Pero ¿qué hay en ese edificio que me obsesiona tanto? Nunca pensé en él hasta que se cerró y desde entonces no puedo apartarlo de mi cabeza.
Anteayer, mientras paseaba a Nala, pasé por la parte de atrás. Un hombre subido en una grúa picaba la parte superior del edificio mientras otro sacaba escombros por la puerta trasera y los echaba a un contenedor. No podía creer que aquellos hombres estuviesen destruyendo aquello sin más. Y encima con esa expresión indiferente.
Al pasar por esa puerta miré dentro y el corazón se me estrujó como cuando se aprieta una esponja. Estaba vacío. No había butacas, ni suelo, ni cortinas, ni nada. Lo único que quedaba del Cine Paz eran sus paredes pintadas de negro con una raya blanca que las atravesaba por la mitad y ese olor. ¿Cómo puede un olor sobrevivir quince años? No lo recordaba pero sé que ahora no lo olvidaré. Imposible.
Ahora mismo, lo que más me preocupa es que, cuando desaparezca del todo, desaparezcan con él mis sueños recurrentes.

No hay comentarios: